miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿ES MI HIJO HIPERACTIVO?


En los últimos tiempos se escucha hablar de hiperactividad en los menores o de niños hiperactivos con relativa frecuencia. El bombardeo de información al respecto, en opinión de la psicóloga infantil, Catalina Bríñez, del Centro Médico USP Fuengirola, puede desorientar a los padres y confundirlos, haciéndoles pensar que su hijo o hija puede sufrir TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) cuando no es así y simplemente nos encontramos con un niño inquieto. Con objeto de aclarar estas dudas Centro Médico USP Fuengirola puso en marcha recientemente el Taller Divulgativo “¿Es mi hijo hiperactivo?”

El TDAH corresponde a un desorden específico del desarrollo que se observa tanto en niños como en adultos. Comprende déficits en la inhibición de la conducta, en la atención sostenida, en la resistencia a la distracción, y en la regulación del nivel de actividad. Bríñez fija entre los 3 y los 6 años el momento en el desarrollo del niño en el que manifiesta los primeros síntomas del TDAH. A veces puede retrasarse en su aparición aunque no más de los 13 años de edad.

De entre los síntomas que pueden alertarnos de que nos encontramos ante un niño hiperactivo, Bríñez destaca los siguientes:

1. Dificultad en el control de impulsos o en la capacidad para posponer la gratificación: Les cuesta detenerse y pensar antes de actuar así como esperar su turno en los juegos: Interrumpen y responden rápidamente, les cuesta mantener la atención en una sola tarea, prefieren tener una recompensa inmediata y no esperar un poco más por una mayor gratificación.

2. Exceso de actividad irrelevante respecto a la tarea que desempeña o a la demanda de la situación: Continuo y excesivo movimiento en actividades que no se requiere para terminar la tarea: mover los pies y/o las piernas, mecerse, golpear suavemente alguna cosa, en los niños más pequeños se puede observar que corren o saltan cuando deben por ejemplo realizar un dibujo.

3. Pobre atención sostenida. Se observa principalmente ante tareas que les pueden parecer aburridas o tediosas, entonces cambian de una actividad a otra sin terminarla o abandonan la tarea si se les interrumpe inesperadamente.
Junto a estos tres síntomas principales relacionados con el TDAH. Nuestra experta en Psicología Infantil apunta también estas otras señales de alarma:


a) Dificultad para recordar el hacer cosas o memoria de trabajo: Las personas con TDAH pueden ser descritas como olvidadizas o que no realizan previsiones.

b) Desarrollo retrasado del lenguaje interno (la voz de la mente): El lenguaje con nosotros mismos nos permite la reflexión y la autorregulación.

c) Dificultades con la regulación de emociones, motivación y excitación: Aunque las emociones que experimentan son apropiadas, parecen ser menos capaces de “internalizar” sus sentimientos, de mantenerlos para si mismos, y cuando lo hacen, de moderarlos como otros lo harían. Por ello, parecen ser más reactivos con sus sentimientos, impetuosos, irritables y se pueden frustrar con facilidad. Esta dificultad de motivación intrínseca los hace parecer frecuentemente sin falta de voluntad o autodisciplina.

d) Disminución en la habilidad para solucionar problemas, la flexibilidad, y la consecución de metas a largo plazo: perciben los obstáculos más grandes y difíciles de superar y por ello abandonan la meta con facilidad. Pueden parecer menos flexibles para cambiar de estrategia o para desarrollar una tarea; desisten rápidamente al no ver el resultado.

e) Mayor variabilidad de lo normal en la ejecución de tareas: Pueden presentar grandes oscilaciones en la calidad, cantidad y rapidez con la que ejecutan una actividad. Un día pueden realizarla con rapidez y calidad y al otro todo lo contrario.

Por lo que respecta a las causas que pueden provocar un TDAH, tras investigaciones empíricas, se puede afirmar, según explica Catalina Bríñez, que el TDAH tiene un componente biológico de base.

“Se ha comprobado que hay varios genes comprometidos en la transmisión del TDAH, en especial los que están involucrados con los receptores de la Dopamina. El promedio estimado en el que el TDAH se hereda es de aproximadamente un 80%.”, sostiene nuestra experta.

En aquellos casos en los que la herencia no parece ser un factor, se han detectado las siguientes posibles causas que pueden contribuir al desarrollo futuro del trastorno:

- Dificultades diversas durante el embarazo

- La exposición prenatal al alcohol o al humo del tabaco

- Niveles excesivamente altos de plomo en el cuerpo

- Daño postnatal en las regiones prefrontales del cerebro

También es importante mencionar que el ambiente es un factor que puede desencadenar o exacerbar comportamientos relacionados con el TDAH, o ayudar a modularlos.

Otros factores como la cultura, el estilo de crianza y el modelo pedagógico de la institución educativa donde se encuentren los niños, puede influir en ver los comportamientos de inquietud o hiperactividad con mayor o menor gravedad.

Por lo que respecta al tratamiento, Catalina Bríñez explica que no se ha encontrado todavía ningún tratamiento que “cure” este desorden. “Sin embargo, existen tratamientos que ayudan a controlar los síntomas con un alto grado de efectividad. Lo que mejor resultado genera es una intervención multicomponente que incluye el uso de medicamentos y la intervención psicológica que incluye varias técnicas de modificación de conducta, entrenamientos a los padres en pautas de crianza y estrategias psicopedagógicas en el aula escolar”, continua nuestra experta.

Por último, Bríñez insiste en que es muy importante valorar el área emocional de los niños y adolescentes que presenten el TDAH, ya que en muchos casos se presenta confluencia con otros trastornos como depresión o ansiedad cuyos síntomas en la infancia y la adolescencia se pueden confundir con TDAH. Por ello la evaluación y realización de un adecuado diagnóstico diferencial es clave para obtener buenos resultados en el tratamiento.

Vía Dr.JRuiz

 

domingo, 11 de noviembre de 2012

AUMENTAN LOS TRASTORNOS SPICOSOCIALES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES


Los pediatras han observado que está aumentando el número de niños y adolescentes aquejados por patologías psicosociales, como el ‘síndrome del emperador’, que se caracteriza porque el hijo adopta el rol de maltratador de sus padres, y cuya gran incidencia es un motivo de preocupación para los especialistas, que lo han incluido entre los temas tratados durante la VII Reunión Anual de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), que se ha celebrado en Guadalajara.

Los profesionales de la pediatría advierten que existen distintas causas para que se desarrollen este tipo de trastornos, como la predisposición genética, y la influencia de factores ambientales y del entorno familiar, y señalan que la falta de autoridad y afectividad de los padres, la sobreprotección de los niños y la dejación de las funciones familiares son algunos de los problemas que inciden para que esta clase de violencia doméstica se haya multiplicado por seis en España en la última década, con alrededor de 6.500 denuncias en 2010.

La incidencia del ‘síndrome del emperador’, que se caracteriza porque el hijo adopta el rol de maltratador de sus padres, se ha multiplicado por seis en España en la última década

La presidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria de Castilla La Mancha (APapCLM), la doctora María Victoria García García-Calvo, opina que en los últimos años se han producido cambios sustanciales en la manera de asumir las responsabilidades en el ámbito familiar, y que a muchos padres les resulta difícil encontrar un equilibrio entre la afectividad y la autoridad hacia sus hijos. A este respecto, los especialistas aconsejan que es indispensable establecer normas y límites desde que los niños son pequeños para una buena convivencia en el hogar, y que esto no está reñido en absoluto con el afecto.

Las normas, además, se deben explicar al niño en cuanto este pueda comprenderlas, y hay que felicitarle cuando haga las cosas bien y se comporte correctamente. Y es que, según los expertos, una mayor implicación de los padres en la educación de sus hijos, puede evitar la aparición de patologías psicosociales a medida que van creciendo. Por esto, los pediatras aconsejan a los padres que enseñen a los niños a pensar antes de actuar, les den responsabilidades, y les digan ‘no’ siempre que sea necesario.

Fuente: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap)